Que la publicidad se diseña para impactar no es ningún secreto y que la más impactada, es la sociedad tampoco. Las acciones de marketing están totalmente diseñadas para provocar movimientos en los grupos de público objetivo a los que se destina. Siempre, hay una pretensión detrás de cada acción publicitaria. Lograr o no el objetivo pretendido, es otra historia.
Los datos que nos proporcionan nuestros amigos de esta empresa de posicionamiento web profesional en Albacete, respecto a la cantidad de publicidad que consumimos al día, son demenciales: a lo largo de un solo día, la media de mensajes publicitarios que recibe una persona oscila de los tres a los cinco mil. Ese bombardeo constante de información de algún modo, tienen que generar impacto en la sociedad.
Son las agencias de marketing las que determinan el qué, le por qué, el cómo, el dónde, el cuándo y, por supuesto a quién deben llegar los mensajes. Las batallas publicitarias consisten más bien, en un asedio en toda regla. La máxima que pretenden los anuncios publicitarios y la publicidad en general es generar un vínculo con el público objetivo.
Como es lógico, la finalidad de las comunicaciones empresariales hacia el público es conducir a este a la acción. Para ello, la idea es crear vínculos emocionales entre la marca y el público, propiciando relaciones duraderas. Es decir, el público objetivo entabla una relación concreta con un producto al que es fiel y nunca falta en su vida. Puede ser una marca de ropa, alimento, bebida… todo cabe. De hecho, las personas somos así, si algo nos gusta (o nos hacen creer que es así), vamos a por ello y se convierte en parte de nosotros. El marketing solo hace que aprovechar esa coyuntura.
De target en target
Los expertos y profesionales del sector del marketing, son plenamente consciente del funcionamiento de la psique humana. El estudio del público objetivo al que deben dirigirse los esfuerzos de cada campaña, avalan esa capacidad manipulativa que tiene la publicidad en general.
Las campañas de crean en base a un target bien definido, es decir, a una parte concreta de la población, donde saben que van a crear el impacto deseado. Aprovechar la capacidad de toma de decisiones con las que contamos los seres humanos para influir en las mismas. Siendo como somos, supuestamente seres racionales, podemos decidir “libremente”; sin embargo, el factor emocional, influye decisivamente en esa libre toma de decisiones. La publicidad, genera emoción en el público, influyendo directamente, en esas decisiones.
Puesto que en la actualidad los productos son todos copias unos de otros, las innovaciones se igualan rápidamente y sus prestaciones suelen ser similares, el papel de la publicidad y el marketing, ayudan a tomar esas decisiones electivas.
Aunque los propios publicistas justifican su acción en base a unos argumentos concretos. La publicidad en cualquiera de sus formas, condiciona y genera un impacto bastante grande en la sociedad en general. Todo ello, por su capacidad de impactar a cada persona de forma particular.
La publicidad mueve masas y todos lo hemos visto. Una buena campaña de marketing puede movilizar a millones de personas para que adquieran un producto antes de que salga, no sea que se queden sin su unidad exclusiva (exclusiva para miles y millones).
Sin ser del todo negativa, detrás de cada campaña publicitaria, se esconde un plan maquiavélico, cuyo objetivo es mover a las masas en una o otra dirección.
Algunas de sus cosas positivas son la información que ofrece de un producto, proporcionando datos al consumidor para que cuente con una mayor capacidad de elección. Eso contribuye a simplificar los procesos de compra y estimular la innovación. Según los profesionales del sector.
Para muchos, todo lo que sale en alguna campaña de publicidad es la bomba. Si no es conocido no merece el titulo de producto a adquirir. Este detalle, puede darnos una idea de cómo actúa la publicidad en algunas (muchas, quizá, demasiadas), mentes racionales.
Como influye en las personas
El objetivo único de las campañas de marketing es inducir al público a ejecutar una acción. Si además, esa acción se produce en masa, mejor que mejor. Para conseguir ese objetivo se valen de técnicas de persuasión y manipulación que a unas personas afectan más que a otras. Es cierto que algunos seres racionales son más fácilmente conducibles. También existe entre la población a quien la publicidad ni fu, ni fa.
Las técnicas de las que se sirve la publicidad para lograr su objetivo, cuentan con una serie de puntos a los que apelar. En primer lugar, a las propias emociones. Tanto para generar emociones positivas e inducirte una compra porque ese producto te hará sentir feliz, como a las negativas aprovechando la vulnerabilidad. Si no compras este producto no eres como los demás, vienen a decirnos.
Se trata de algo excesivamente invasivo. La publicidad está en todas partes, no puedes evitar tropezar con ella continuamente: la televisión, la prensa, la calle, internet… Mires donde mires, hay un anuncio intentando atraer tu atención.
Utilizan formas tramposas en cuanto a contenido y la forma de publicitarse. Viene camufladas en diferentes medios: películas, series, programas o entrevistas pueden contener infinidad de mensajes publicitarios encubiertos. Solo hay que fijarse en como una película muestra a sus protagonistas consumiendo algún producto en particular. Si lleva alguna marca, es un mensaje publicitario.
Paradójicamente, la publicidad no es el mejor de los ejemplos de comunicación efectiva. Se trata de un monólogo en el que la marca habla egocéntricamente sin tener en cuenta las necesidades del receptor.
Utilizan el sexo y la violencia para captar la atención, normalizando patrones de conducta nada deseables.
Modifica y limita la percepción de la realidad. Los publicistas apelan a su libertad de expresión para crear contenidos mundanos y mensajes que nada tienen que ver con la realidad.
Incita al consumismo haciendo creer a la sociedad que necesita cambiar las cosas que posee por algo nuevo y diferente (al final lo diferente es más de lo mismo). En realidad, el marketing se encarga de crear una necesidad al público.
Utilizan el cuerpo o partes del mismo para atraer la atención, invaden la intimidad de las personas, mostrando partes del cuerpo que no todo el mundo quiere compartir o tener que ver. Dicen representar a la mayoría cuando no representan nada y refuerzan la idea de la superficialidad.
En definitiva, la publicidad, influye de manera muy incisiva en el comportamiento social. No conviene subestimar esa influencia que induce a realizar acciones que, en muchas ocasiones, ni nos plantearíamos.
Algunas marcas empiezan a tomar distancia de la publicidad más vulgar y sórdida, creando mensajes amables y considerados. Dejando a un lado la publicidad engañosa y la cosificación de los modelos que anuncian sus productos.
Cabria sentarse a pensar y replantearse los objetivos de las campañas de marketing. Puesto que es indudable el efecto que genera y como afecta socialmente, debería hacerse un uso más consciente y responsable. No esta reñido incrementar las ventas con enviar mensajes positivos y amigables.
Según los profesionales del sector, la publicidad apela a las emociones, afectos y emotividad de las personas ya que (aquí viene lo mejor), ofrece argumentos racionales que ayudan a justificar los comportamientos de compra, pero su batalla se da en el corazón humano. Esto lo decía un tal Ponce allá por el año 2018. Queda claro que desde luego, los mensajes y argumentos que proporciona la publicidad son en extremo racionales y por ello justifican los comportamientos.
En según qué casos, lo único que se justifica, es el publicista en cuestión a sí mismo.